25-4-2020, 12:26 h. - ID. 173
k-ant NOARTISTA
Gracias por participar Juan Carlos.
Mi postura sobre el tema que abordas es compleja, espero que si alguien extrae de aquí alguna conclusión lo haga leyendo este texto en su totalidad.
El poder y la autoridad han sido, a lo largo de toda mi obra, objetos de mis observaciones y crítica. Para mí toda idea que procede de la autoridad carece de autenticidad, ¿por qué? porque la autoridad confiere por sí misma realismo a las ideas, sea cual sea su valor, si tuvieran valor por sí mismas estas ideas podrían ser enunciadas por cualquiera e inmediatamente podríamos reconocer sus cualidades sin mediación de autoridad. Pero el mundo no funciona así, esperamos que la autoridad, por ejemplo la autoridad artística, nos diga que esa o aquella cosa son obras artísticas para que las reconozcamos inmediatamente como tales.
Lo que falla no es que esas cosas señaladas sean o no realmente Arte, lo que no funciona es el poder que posee el dedo de la institución artística por el cual, basta con señalar algo, para convertirlo en obra de Arte. Ese poder desacredita cualquier discurso pues lo que importa es la autoridad.
Hasta ahora sólo he visto que a la gente le preocupe cambiar el color del dedo de la autoridad, yo he criticado toda mi vida esa autoridad y cuando he tenido la oportunidad de ejercerla me he convertido en el peor de los tiranos.
Habrá quien piense que hay quien se merece poseer esa autoridad (porque alguien tiene que ejercerla), pero entonces también habrá quien piense que sólo se trata de otro tirano más ejerciendo su autoridad.
Por eso quien se ve a si mismo como modelo de perfección, digno propietario de la autoridad, se esfuerza en acallar todas las voces que lo reconocerán como un tirano, personas que escucharán todas sus ideas como odiosas ocurrencias.
El modelo de sociedad basado en la autoridad se fundamenta en el modelo de perfección que a todos/as se nos ha inculcado con nuestra identidad, ya sea nacional, territorial, lingüística, cultural, política o ideológica. Todo el mundo se cree mejor, por alguna u otra razón, que su vecino/a.
Somos depredadores/as, deseamos que nuestra identidad supere a la del vecino/a, nos consideramos mejores y no nos ofende contemplar la estela de desfavorecidos sobre la que construimos nuestras victorias, no dudes que esos/as desfavorecidos/as nos llamarán tiranos también, porque nos verán como tales.
Yo no reivindico que nadie se arranque del corazón su identidad, ni sus valores, ni sus ideas, porque si lo hicieras sólo dejarías la puerta abierta para que cualquiera te imponga interesadamente sus propias identidades e ideas.
El mundo está lleno de identidades e ideas esperando invadir nuevas mentes.
Quizá estas líneas sean también ideas de ese tipo, por eso yo no reivindico ninguna acción, sino la simple contemplación de la que resulta el conocimiento de las cosas, comprenderemos así por qué el vecino hace uso de su autoridad para mantener cierto orden en esta jungla de depredadores, pediremos entonces que nos permita escribir estas cosas sobre la autoridad esperando que la contemplación lo conduzca al entendimiento de sí mismo.
Sólo si llega el día en el que todos, todas, las personas comprendamos nuestra auténtica naturaleza podamos entonces arrancarnos las identidades y dudas que nos separan. Mientras exista una sola persona en el mundo que se crea mejor que los demás no tendrá sentido otro modelo más que este modelo de depredadores y supervivientes.
No tengo mayor interés en que se intercambien unos por otros.
Sólo el conocimiento de la realidad de cada persona, que además es una realidad subjetiva y propia para cada cual (pero real para sí misma) podríamos entender la necesidad de ser todos/as iguales.
Igualdad que podría no ser más que otra idea odiosa impuesta por la autoridad sino es algo que realmente exista en la esencia del ser humano y que todos/as aspiremos alcanzar.